Sistemas de desintoxicación

Se entiende por desintoxicación todos los procesos por los que las toxinas se metabolizan para ser neutralizadas y convertidas en formas menos tóxicas, y posteriormente excretadas. Los principales órganos de desintoxicación (emuntorios)son el hígado, los intestinos, los riñones y la piel. Algunas toxinas se eliminan directamente a través de uno de estos órganos, pero la mayoría debe ser previamente procesada por el hígado para su posterior eliminación.


Tanto el sistema de nutrición como el de eliminación necesitan que las arterias, las venas y el sistema linfático estén en buen estado. Los desechos que se dirigen desde los tejidos profundos hacia los emuntorios son transportados por la linfa y el sistema venoso. Los emuntorios liberan desechos (endógenos y exógenos), pero si la cantidad de desechos excede las posibilidades de eliminación, el organismo se ve en la necesidad de almacenarlos en los depósitos donde pueden ser menos perjudiciales, habitualmente en la grasa y en los huesos.

Desintoxicación hepática
A diferencia de otros órganos que reciben el 100% de su suministro de sangre arterial (“limpia”), el 75% del suministro de sangre al hígado es venosa, entregada a través de la vena porta que procede directamente desde el intestino, el páncreas y otros órganos abdominales. El hígado desempeña un papel crucial en la eliminación de sustancias nocivas para el organismo, tales como el alcohol, las drogas y los fármacos, los disolventes, los pesticidas y los metales pesados. Además, el hígado procesa y excreta derivados tóxicos del metabolismo normal (tales como el amoníaco) y las hormonas sobrantes (en particular, las hormonas sexuales como los estrógenos).

El hígado desarrolla su labor de desintoxicación a través de 3 mecanismos:
-       Filtra la sangre para eliminar las toxinas de gran tamaño.
-       Destruye enzimáticamente las sustancias químicas in­deseables. Este proceso enzimático normalmente tiene lugar en dos pasos, conocidos como Fase I y Fase II.
-       Sintetiza y secreta la bilis. Es un proceso digestivo cítrico para la absorción de grasas de la dieta y los nutrientes solubles en grasa, pero también funciona como el principal mecanismo para mover las toxinas metabolizadas por las enzimas hepáticas fuera del hígado, hacia los intestinos, desde donde se eliminan a través de la defecación.

Filtrado de la sangre y destrucción enzimàtica
La filtración de las toxinas de la sangre que procede de los intestinos es absolutamente esencial porque contiene altos niveles de bacterias, endotoxinas bacterianas, complejos antígeno-anticuerpo (grandes moléculas que se producen cuando el sistema inmunológico se une al invasor para neutralizarlo), y otras sustancias tóxicas diversas. Uno de los principales mecanismos del hígado en la desintoxicación implica un proceso enzimàtico en 2 etapas (fase I y fase II). Mediante esta destrucción enzimàtica el hígado neutraliza compuestos químicos indeseables, entre los que se encuentran no solamente fármacos, pesticidas y otras toxinas del intestino, sino también sustancias químicas normales del organismo como las hormonas y los productos químicos inflamatorios que se convierten en tóxicos al acumularse.

Fases de desintoxicación
Las reacciones de la fase I están catalizadas por un gran número de enzimas; de las cuales el grupo más importante es la familia del citocromo P450. En la fase I de la desintoxicación, cuando el citocromo P450 metaboliza una toxina, pueden suceder 2 cosas:
-       que la transforme en una forma menos tóxica, la convierte en soluble en agua, y puede ser eliminada fácilmente a través de los riñones. Tal es el caso de la cafeína, que experimenta sólo la fase I de activación antes de ser eliminada por la orina;
-       que el tóxico no pueda eliminarse en un sólo paso y requiera transformarse (bioactivación) en una forma intermedia más reactiva, y más disponible para ser a su vez metabolizada por la enzimas de la fase II. Esto es lo que ocurre con la mayoría de los tóxicos.
La fase II de desintoxicación implica un proceso llamado conjugación, en el que varias enzimas hepáticas añaden una molécula soluble en agua al metabolito intermedio producido en la fase I, con el fin de incrementar aún más sus cualidades hidrofílicas (“amantes del agua”). Esta reacción de conjugación neutraliza la toxina y facilita su excreción a través de la orina o de la bilis.

Excreción biliar
Una vez que el hígado ha modificado una toxina, ésta ha de ser eliminada del cuerpo tan pronto como sea posible. El tercer proceso de desintoxicación del hígado implica la síntesis y la secreción de la bilis. Cada día el hígado fabrica aproximadamente 1 litro de bilis, que sirve de transportador de muchas sustancias tóxicas, vertiéndose en los intestinos y de esta manera son eliminadas eficazmente del organismo. Una vez en el intestino, la bilis y las sustancias tóxicas, son absorbidas por la fibra y se eliminan mediante la defecación. Sin embargo, si la dieta es pobre en fibra, estas toxinas no se unen bien a las heces y se reabsorben (reciclándose). Y lo que todavía es peor, las bacterias del intestino modifican frecuentemente estas toxinas con lo que se convierten en sustancias aún más nocivas. En consecuencia, alimentarse con abundante fibra dietética favorece la eliminación de las toxinas transportadas con la bilis. Sin embargo, cuando se inhibe la excreción de la bilis (una afección denominada colestasis), las toxinas permanecen en el hígado durante más tiempo. La colestasis tiene varias causas, como la presencia de piedras en la vesícula y el consumo de alcohol, entre otras.

Conclusión
Al estar expuestos a cada vez mayores niveles de xenobióticos en los alimentos que comemos, el agua que bebemos, el aire que respiramos, y el aumento de la carga endógena por la digestión defectuosa o la disbiosis intestinal, nuestras individuales “formas personales de desintoxicación” jugarán un papel cada vez más importante en nuestra salud. Los estudios sugieren que la desintoxicación de las enzimas que controlan los procesos de la Fase I y la Fase II puede variar significativamente de una persona a otra, incluso entre personas aparentemente saludables.
Estos hallazgos plantean muchas preguntas acerca de cómo identificar a las personas que necesitan desintoxicación, asesorarlas de manera adecuada y prescribir la modificación de la dieta, el medio ambiente, o la suplementación apropiada para los individuos bioquímicamente diversos. Si bien es cierto que podemos hacer mucho por reducir, e incluso eliminar, la exposición a los tóxicos, aún mayores son las posibilidades que se disponen en la aplicación de los suplementos y plantas que apoyarán en el proceso de desintoxicación del organismo. Ahora bien, si no evitamos la exposición a tóxicos y mantenemos una nutrición de “mínimos”, que efectivamente no muestre síntomas de enfermedad carencial en el organismo pero esté lejos de los niveles necesarios para su óptimo funcionamiento, tendremos como resultado “la tormenta perfecta”, con desas­trosas consecuencias sobre el organismo.
Optimizar los sistemas de desintoxicación con el adecuado apoyo nutricional y el empleo de fotoquímicos y plantas inductores de las vías de eliminación es, sin lugar a dudas, una herramienta importante para el profesional de la salud.

Extraído del dossier “Desintoxícate de forma natural” de Mikel Garcia Iturroiz.

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