Antibióticos de la naturaleza


- Agua de cebolla: Cortar una cebolla grande en rodajas fi­nas y colocarla en un recipiente. Añadir ¼ de litro de agua tibia, hasta cubrirla totalmente, y dejar reposar durante va­rias horas. Ir bebiendo el agua de cebolla a lo largo del día. También se puede uti­lizar para hacer gárgaras.

- Jugo de cebolla: Vaciar el corazón de una cebolla grande y rellenarla con azúcar de caña. A conti­nuación cortar la parte inferior haciendo un pequeño orificio, y colocar la cebolla encima de un vaso. Se apreciará como el vaso se va llenando de gotas que caen de la cebolla (el proceso es muy lento y se necesita todo un día), elaborando un jarabe delicioso, incluso para los niños.

- Jarabe de rábano picante: Rallar el rábano y añadirle un poco de miel, amasar y extraerle el jugo. Hervirlo en un poco de agua con azúcar de caña, volver a estrujar la masa y recuperar su jugo. Se puede tomar una cucharada tres veces al día.
Si nos gusta el rábano picante, podemos comerlo las veces que queramos. Fresco en ensalada o a la plancha, es una hor­taliza deliciosa y muy saludable.

- Puré de ajo: Aunque socialmente este puré es "me­nos aceptable", no por ello es menos eficaz. Para prepararlo hay que pelar tres dientes de ajos, reducirlos a una pasta y amalgamarlos bien con miel. Se pueden tomar dos cucharadas al día.



Extraído de la revista “Noticias de Salud”, (Invierno 2013-2014)

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