La injustificable demonización del Colesterol

El exceso de colesterol "malo" ha pasado en unas décadas de "factor de riesgo" cardiovascular a una enfermedad en sí misma que debe ser tratada casi de forma crónica con fármacos para reducir o controlar su nivel en sangre. Pero, ¿qué hay de cierto? ¿Es eso así o se trata de otra estrategia de las multinacionales farmacéuticas para vender masivamente productos inútiles? Pasemos a valorarlo.
 

 Actualmente muchas personas viven obsesionadas por el colesterol. La lucha contra el colesterol se ha convertido en un reto de la "medicina moderna". Lo mejor es prevenir -eso nos dicen- y para eso nada como las "medicinas contra el colesterol", es decir, las estatinas. De hecho son el medicamento de moda. Una de ellas, comercializada como  Lipitor , es el fármaco más vendido anualmente en Estados Unidos. Tanto que la venta de las diversas estatinas asciende a más de 26.000.000.000 de dólares anuales. Quieren hacernos creer que todo el mundo está de acuerdo en tres verdades absolutas (que son las que sostienen este negocio fabuloso):
1) Que la principal causa de los problemas cardiovasculares es el exceso en sangre de colesterol "malo" (LDL).    2) Que las estatinas previenen esa posibilidad porque bajan su nivel.   
3) Que ambas cosas están científicamente demostradas.
La realidad es que NO es así. Ni todo el mundo en la comunidad científica piensa que el colesterol tenga que ver con los accidentes cardiacos, ni todo el mundo cree que las estatinas prevengan los accidentes cardiovasculares al reducir el nivel de colesterol, ni todo el mundo está de acuerdo en que los estudios a largo plazo avalan esas afirmaciones. Y como los razonamientos de quienes acusan al colesterol "malo" de tantos males y defienden las estatinas son de sobra conocidos permítasenos que, a título informativo, presentemos otros argumentos que suelen ocultarse para que cada cual decida por sí mismo.


¿ES EL COLESTEROL "MALO" EL RESPONSABLE DE LA APARICIÓN DE ACCIDENTES CARDIOVASCULARES?

Hay quien piensa que no. Buena prueba de ello es que un grupo amplio de científicos, médicos, académicos y escritores sobre temas científicos y de salud de varios países se han reunido para formar la Red Internacional de Escépticos del Colesterol (THINCS) (www.thincs.org/index.htm)  y poseen suficiente documentación como para tener entretenido a cualquiera durante semanas.
"Como la evidencia científica que avala la campaña anticolesterol es inexistente -afirman en su presentación- consideramos importante detenerla lo antes posible. Los miembros de este grupo representamos puntos de vista diferentes sobre la causa de la arterosclerosis y la enfermedad cardiovascular, algunos de ellos en conflicto con otros aunque eso es algo habitual en Ciencia. Todos compartimos en cambio el escepticismo de que el alto nivel de colesterol y la grasa animal sean la causa de la aterosclerosis y de las enfermedades cardiovasculares. El objetivo de esta web es por ello informar a nuestros colegas y al público de que tal idea  no se apoya en evidencia científica alguna; es más, gran número de estudios científicos efectuados en los últimos años contradice eso abiertamente". Y en efecto, existen muchos trabajos que reivindican el papel benéfico del colesterol. Podríamos citar a muchos investigadores pero Ron Rosedale, especialista internacional en Nutrición y autor de  El colesterol no es la causa de las enfermedades del corazón,  resume con claridad el punto de vista de la mayoría:  "No hay ningún tipo de vida en la Tierra que pueda sobrevivir sin colesterol.” 
Es más, la excesiva reducción del nivel de colesterol aumenta el riesgo de morir. No olvidemos que el colesterol es también precursor de todas las hormonas esteroideas. El organismo no puede sintetizar estrógenos, testosterona, cortisona y muchas otras hormonas vitales sin colesterol. En cuanto a la polémica  colesterol bueno-colesterol malo  agrega: "Como quiera que la correlación entre el colesterol total y las enfermedades del corazón son débiles se buscó hace ya muchos años alguna correlación más fuerte. Se afirmó así que hay un colesterol  "bueno"  llamado HDL y un colesterol  "malo" , el LDL. Representando el HDL a las lipoproteínas de alta-densidad y el LDL a las de baja-densidad. Entiéndase pues que tanto el LDL como el HDL son lipoproteínas, es decir, grasas combinadas con proteínas. Hay sólo un tipo de colesterol. No existe eso de un colesterol "bueno" y un colesterol "malo". El colesterol es sólo colesterol. Y se combina con otras grasas y proteínas para ser conducido a través del torrente sanguíneo porque la grasa y nuestra sangre acuosa no se mezclan demasiado bien. Su cuerpo  -subraya Rosedale sobre el papel clave del colesterol en la supervivencia de células y tejidos-  fabrica y conserva el colesterol precisamente porque es importante -de hecho, vital- para la salud. Una de sus funciones es impedir que las membranas celulares se caigan a pedazos. Como tal, podría considerarse pues al colesterol como el superpegamento de las células. Es un elemento imprescindible en cualquier tipo de reparación celular." El doctor  Matías Rath lleva años sosteniendo que el colesterol es un mecanismo de reparación del daño sufrido por las paredes arteriales al agrietarse el colágeno de su tejido conjuntivo por deficiencias nutricionales y la constatación -cada vez más compartida- de que en el caso de accidentes cardíacos el efecto positivo que se logra a veces con las estatinas se debe en realidad a su capacidad antiinflamatoria y no a que reduzcan el nivel de colesterol. Parece corroborar esta afirmación uno de los estudios médicos más grandes realizado en humanos entre 1972 y 1998, el  Múltiple Risk Factor Intervention Trial (MRFIT). Movilizó 28 centros médicos y 250 investigadores costando 115 millones de dólares. A partir de un grupo inicial de 361.662 varones los investigadores seleccionaron a 12.866 participantes para el estudio y disminuyeron los supuestos factores de riesgo en accidentes cardiovasculares: redujeron la grasa a menos del 8%-10% de las calorías, la succión de colesterol dietético a menos de 250-300, mg/día y el incremento de grasas poliinsaturadas al 10% de las calorías; así como el tabaco y la presión sanguínea. Y no tuvieron éxito. Los niveles de colesterol bajaron -como los del resto- pero no tuvieron  ninguna incidencia en la prevención de los accidentes cardiovasculares. 

Walter Harternbach , en su libro La mentira del colesterol , revisa otros datos generalmente ignorados de los que extrae 4 ejemplos:
1)  En el estudio Simvastatin -en el que fueron controladas 4.444 personas- se constató que "un nivel elevado de colesterol no tiene influencia alguna en el desarrollo de la arteriosclerosis o de los infartos de miocardio. Carece de sentido pues tratar de reducir el colesterol y de ahí que no esté indicado".
2)  El estudio  Multifactorial Finlandés  -que examinó los niveles de colesterol de 2.000 personas- demostró que entre quienes fueron tratados con fármacos anticolesterolemiantes hubo el triple de infartos y un tercio más de muertes que entre quienes no los tomaron.
3)  En el estudio sobre el corazón  Helsinki I (1987)  realizado sobre 700 personas, al rebajar los índices de colesterol se registró un 40% más de efectos secundarios fatales que los observados en el grupo de control; y en el estudio  Helsinki II (1993), ese aumento llegó hasta el 50%. Es significativo también el aumento de casos de fallecimiento por cáncer al disminuir los niveles de colesterol: en el estudio  Helsinki II  alcanzó un valor del 43%.
           4)  En el estudio  Framingham  ya citado, al rebajar los niveles de colesterol se registró un notable incremento de los casos de fallecimiento por cáncer. En más de una investigación -como luego apuntaremos- se ha registrado tan notable "coincidencia": el riesgo de cáncer y de infarto de miocardio parece aumentar a consecuencia de la ingesta de los medicamentos destinados a rebajar los niveles de colesterol.Y aunque a algunos les cueste creerlo hay un largo etcétera de estudios parecidos.


El lector debería saber que, en el actual sistema médico-industrial, para multiplicar el número de enfermos -y, por tanto, el número de ventas de un medicamento- basta con reunir a un panel de "especialistas" y que éstos decidan que la cifra de determinado factor -el colesterol, en este caso- debe ser como máximo de la cantidad "X". Con esa simple decisión millones de personas que hasta ese día y hora estaban sanísimas pasan automáticamente a ser "enfermas" y, por ende, en potenciales víctimas de un accidente cardíaco y deben medicarse de inmediato. Así se hizo con el colesterol, las estatinas y muchos otros fármacos. Un negocio redondo. Revisemos algunas cifras. En la década de los 90 estaban en tratamiento con estatinas 13 millones de norteamericanos (según Instituto Nacional de Salud  estadounidense). En el 2001, sin embargo, un panel de expertos decidió cambiar esas normas y el número de consumidores de estatinas pasó así a ser de golpe de 36 millones. Y en el 2004 otra nueva reunión permitió bajar de nuevo la cifra de colesterol aceptable con lo que el número de estadounidenses que pasó a "beneficiarse" del consumo de estatinas pasó a ser de 40 millones. 
Pero la corrupción acaba siempre -antes o después- saliendo a la luz. Y esa nueva decisión de bajar la cifra aceptable de colesterol fue ya denunciaba abiertamente por el prestigioso diario  USA Today  el 16 de octubre del 2004.
Ray Moynihan , periodista especializado en temas de salud y en las técnicas de marketing de la industria para vender fármacos y enfermedades, resume así en su libro  Medicamentos que nos enferman e industrias farmacéuticas que nos convierten en pacientes  la controversia sobre el uso de las estatinas:  "En definitiva, para muchos otros hombres (aquellos que no han padecido ningún accidente cardiovascular) y mujeres sanas no existen pruebas de peso que demuestren que estos fármacos puedan contribuir significativamente a prevenir una muerte prematura. (…) El uso del miedo para comercializar las estatinas ha escandalizado a los científicos independientes, consumidores y médicos en todo el mundo. La preocupación es por partida doble. En primer lugar, para la mayoría de las personas a quien va dirigido este marketing masivo no hay pruebas fidedignas que acrediten que las estatinas reduzcan las posibilidades de morir prematuramente. En segundo lugar, y más relevante, el foco promocional sobre el colesterol desvía la atención de otros métodos más eficaces y eficientes para prolongar y mejorar la vida".
Dejamos claro de nuevo que muchos de los científicos, investigadores y especialistas en salud que se muestran contrarios a la extensión de las estatinas como medicamento preventivo no discuten su valor en el caso de accidentes cardiovasculares. De hecho se ha publicado en  Annals of Internal Medicine un estudio en el que se afirma que las estatinas y los betabloqueantes usados para reducir la presión sanguínea reducen el índice de ataques cardíacos. El efecto beneficioso de las estatinas se debe a que disminuye la inflamación de las arterias. Debe saberse que para bajar el nivel de colesterol las estatinas actúan bloqueando una enzima (HMG-CoA reductasa)  que controla la formación de colesterol en el organismo y que es necesaria para la producción de la coenzima Q-10, que juega un papel muy importante en la producción de la molécula que interviene en todas las transacciones de energía que se llevan a cabo en las células (la ATP). Se trata pues de una coenzima que está presente en cada una de las células de nuestro cuerpo pero que se concentra especialmente en las más activas que son las del corazón siendo por tanto indispensable para su correcto funcionamiento.
            En suma, ha llegado el momento de comenzar a contemplar el papel del colesterol y de todo el arsenal de medicamentos desarrollados en su contra de otra manera. ¿O cuando suena la alarma en su casa la apaga usted en lugar de comprobar por qué suena? "Cuando el daño en las paredes arteriales se produce y la inflamación comienza  -escribe Ron Rosedale en su libro  El Colesterol no es la causa de las enfermedades del corazón- se liberan mediadores químicos para que el daño pueda repararse. El hígado se pone en marcha para reciclar o fabricar colesterol dado que ninguna célula, humana o de cualquier otro tipo, puede hacerse sin él. En este caso el colesterol está siendo elaborado y distribuido en su torrente sanguíneo para ayudar a reparar el tejido dañado y, de hecho, para mantenerlo vivo. Si el daño es excesivo es necesario distribuir colesterol extra a través del torrente sanguíneo. No parece muy inteligente pues reducir simplemente el colesterol y olvidarse de por qué está allí. Mucho más inteligente parece reducir la necesidad extra de colesterol, el daño excesivo que está teniendo lugar, la razón para la inflamación crónica".   Y formulado así el problema no falta quien ha formulado también la solución desde los mismos planteamientos.  "El colesterol, los triglicéridos, las lipoproteínas de alta y baja densidad (HDL y LDL) y demás productos metabólicos  -escribe Matías Rath en su libro  Por qué los animales no sufren infartos y los hombres sí- son recursos reparadores por excelencia y su nivel en la sangre se incrementa como consecuencia del debilitamiento de las paredes arteriales. Si las paredes de los vasos sufren un debilitamiento crónico la demanda de reparación se hará cada vez mayor y la velocidad con que el hígado produce esas moléculas irá en aumento. Debido pues a ese aumento de la producción de colesterol y otros factores de reparación en el hígado el nivel de tales moléculas en la corriente sanguínea crece convirtiéndolas al cabo de cierto tiempo en factores de riesgo de enfermedades cardiovasculares. En resumen, la medida más importante para reducir el nivel de colesterol y otros factores de riesgo secundarios consiste en fortalecer las paredes arteriales reduciendo la demanda metabólica de un aumento de la producción de estos factores por el hígado. (…) Y los únicos dos factores que pueden influir en la salud cardiovascular son la dieta y, sobre todo, un aporte de nutrientes esenciales concretos que regulen el metabolismo celular".   Este planteamiento de Rath podría incluso explicar los sorprendentes datos de algunos estudios citados anteriormente en los que la existencia de altos niveles de colesterol se relaciona con menos casos de cáncer. Todo apunta a que el colesterol, al proteger las paredes de los vasos, impediría la migración de las células tumorales a través de ellos, una de las hipótesis de explicación de las metástasis. Por ello da tanta importancia Rath a la  vitamina C  y a dos aminoácidos como la  lisina  y la  prolina pues, junto a otros nutrientes, actúan como protectores del colágeno del tejido conjuntivo en las paredes de los vasos y arterias protegiendo así de las dolencias cardiovasculares.

Adaptación del artículo original: "LA INJUSTIFICABLE DEMONIZACIÓN DEL COLESTEROL"
www.dsalud.com
Lee el artículo original aquí. 

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