Carencias de omega-3 en la dieta occidental

Los ácidos grasos omega-3 son ácidos grasos poliinsaturados esenciales, que el cuerpo humano no puede elaborar a partir de otras sustancias y que, por lo tanto, ha de ingerir a través de la dieta, ya que son necesarios para que se desarrollen correctamente funciones básicas del organismo.



En los últimos 30 años, diferentes estudios en animales y humanos demuestran que el desarrollo normal del cerebro requiere de niveles óptimos de DHA. Se ha observado que cuando existen déficits de DHA en la maduración de los circuitos corticales, son causa y origen relevantes de algunas enfermedades, como el trastorno por déficit de atención e hiperactividad durante la infancia, y trastornos del ánimo, ansiedad y trastornos psicóticos durante la adolescencia y juventud. Hallazgos recientes indican que incrementar el DHA postnatal puede mitigar la aparición de problemas psicológicos en jóvenes expuestos a bajos niveles de DHA durante la gestación.

El consumo actual de ácidos grasos omega-3 en la dieta occidental no es óptimo: sus fuentes dietéticas más ricas son las marinas, los complementos de aceite de pescado y algunos aceites vegetales como la linaza (lino), colza y soja; pero los omega-3 vegetales deben ser convertidos en DHA y EPA por nuestro organismo y esta conversión no es suficiente.

Los omega-3 ayudan a mejorar las funciones cognitivas. Los tejidos neuronales como el cerebro, retina y membranas que unen las neuronas (sinapsis) contienen cantidades elevadas de DHA. Los ácidos grasos omega-3 actúan sobre la transmisión de órdenes de la información en el sistema nervioso.

Extraído de: Revista EstarVital, nº 95.

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