Nutrir los nervios

Vivir estresado agota las glándulas suprarrenales y disminuye progre­sivamente la adrenalina, noradrenalina, dopamina y serotonina. A la larga esto genera alteraciones nerviosas, debilita las defensas y acarrea un déficit de nutrientes por un excesivo consumo por parte del organismo. Si las carencias se prolongan, las lesiones pueden ser irreversibles.



Entre los nutrientes básicos para el sistema nervioso destacan:

Ácidos grasos omega 3. Es imprescindible el ácido docosa- hexaenoico (DHA), cuya carencia provoca hiperactividad, trastornos del aprendizaje y la concentración y disminución de las defensas.

Coenzima Q10. Esta molécula interviene en la generación y trans­ferencia de energía. El estrés, las deficiencias nutricionales y el enve­jecimiento reducen sus niveles.

Fosfatidilserina. Fundamental para las membranas neuronales. Sin este fosfolípido las neuronas no podrían producir, almacenar o enviar neurotransmisores. Ayuda a mejorar la memoria, la apatía y la introversión.

Glutamina. Aminoácido precur­sor de los neurotransmisores GABA y ácido glutámico. Favorece la acti­vidad mental y evita la acumulación de metales pesados en el cerebro, lo que reduce el riesgo de daño neuromuscular.

Magnesio. Es el mineral por excelencia para tratar el estrés y la fatiga. Modula la tensión muscular típica del estrés, modera la secre­ción de adrenalina y, por lo tanto, previene el agotamiento; y evita la acidosis metabólica que consume minerales alcalinos esenciales para el sistema nervioso. En la hiperac­tividad conviene asociarlo a zinc, cobre y manganeso, y en caso de fatiga y depresión, con cromo, pues las personas fatigadas suelen tener la glucemia alterada.

Extraído de: Revista Cuerpomente, n° 265

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