Ajo, un antibiótico natural
El ajo es una pieza fundamental en numerosos platos de nuestra dieta. Su fama como alimento saludable ha sido respaldada de forma científica: se ha demostrado que reduce el colesterol malo, ayuda a eliminar toxinas y a mantener los niveles de azúcar en sangre, es un excelente aliado contra las infecciones, ayuda a mantener la tensión arterial normal y fortalece la circulación y las defensas.
La principal virtud terapéutica del ajo es la de ser un antiséptico natural, como demostraron primero el químico y biólogo Pasteur y, luego, el premio Nobel de Medicina, Arthur Stoll, quien identificó una sustancia llamada alicina como la responsable de ese poder bactericida. Así está comprobado que ingerirlo en pequeñas cantidades diarias ayuda a combatir infecciones causadas por un buen número de hongos, bacterias y virus. El ajo es, en realidad, una planta de unos 30 cm de altura. Lo que nos comemos son sus pequeños bulbos –los dientes de ajo–, que se presentan agrupados en un número que suele rondar la decena. Pariente cercano de la cebolla –ambos pertenecen a la misma familia: las Liliáceas–, sus propiedades van mucho más lejos que la de ahuyentar imaginarios vampiros en la oscuridad de la noche. Antes de que Louis Pasteur demostrara, en 1858, que el ajo es un antibiótico natural, ya era usado por los monjes del medievo para protegerse de la peste.
Según un estudio del Servicio de Endocrinología del Hospital Central de Cruz Roja (Madrid) presentado en la XXVII edición de la Feria Internacional del Ajo celebrada en Las Pedroñeras (Cuenca), “el jugo fresco de los ajos, es decir, el ajo consumido como nos lo ofrece la naturaleza, es una fuente de salud y prevención contra algunas patologías”. El ajo es fuente de yodo y vitamina C. Además de una ventaja añadida: no conlleva ninguno de los efectos secundarios de los antibióticos químicos, uno de los cuales es la destrucción de la flora intestinal. “Al contrario, actúa favoreciendo la secreción de jugos gástricos y provocando un aumento de la secreción biliar, por lo que resulta un excelente digestivo”, asegura el informe. Parte de los beneficios del ajo se deben a la acción de un compuesto azufrado (sulfuro de alilo) que, al entrar en contacto con el aire, se transforma en otra sustancia (alicina), responsable de su penetrante olor. Esto ocurre cuando cortamos o machacamos el ajo. El efecto terapéutico de la alicina sólo dura unos minutos, por lo que es importante ingerir el ajo crudo rápidamente para disfrutar de sus propiedades saludables. Al cocinarlo, la alicina se destruye.
Mucha gente piensa que ante una enfermedad infecciosa los antibióticos son la única solución. También están quienes recurren a los antibióticos ante el menor síntoma de resfriado o malestar, confiando en que estos resolverán su problema. Desafortunadamente esta creencia, lleva a muchas personas al médico o lo que es peor, a adquirir en la farmacia antibióticos que creen les resolverán el problema, sin pensar que estos pueden hacerles más daño que beneficio. Antes de tomar antibióticos, tome en cuenta que existen alternativas naturales que funcionan como antibióticos y en este caso está el ajo. El ajo es un antibiótico natural muy potente, que no mata la bacteria benéfica del organismo como los antibióticos sintéticos de farmacia. A diferencia de los antibióticos comerciales, el ajo acaba con las infecciones sin importar su origen, ya sean bacterianas, virales o de hongos. En caso de infección, tome dos o tres dientes de ajo al día para acelerar la curación natural. El ajo es incluso curativo en caso de pacientes con SIDA, como en el caso de quienes después de tres meses de tomar el equivalente a 2-4 dientes de ajo diariamente, lograron la actividad normal de sus células T, cuya buena función es indicador clave en la infección por el VIH. El ajo posee potentes efectos saludables en diferentes infecciones y en el caso de estos pacientes con sida, también mostraron mejoría en otros problemas como la diarrea crónica, el crecimiento de cándida, el herpes genital y la sinusitis infecciosa.
El ajo ha demostrado también ser útil en enfermedades como la diabetes, presión arterial alta, alergias, infecciones de todo tipo, dolor de muelas, cáncer, impotencia, resfriados, enfermedad cardíaca, trastornos de los lípidos (colesterol y triglicéridos) y un tratamiento con ajo cuesta muy poco dinero. La razón de que el ajo sea tan benéfico en tantas enfermedades tan variadas, parece demostrar la relación que existe entre las diferentes enfermedades, es decir, a diferencia de los medicamentos que son específicos para cada una de estas enfermedades, el ajo ayuda a devolver la salud cuando se le consume diariamente.
Como decíamos antes, para que el ajo sea efectivo como agente curativo y antibiótico general, necesita consumirse crudo. Debe también ser prensado y expuesto al aire durante diez minutos antes de tomarse para activar su compuesto clave antibiótico. No se preocupe por el sabor y el olor del ajo: prepare un jugo exprimiendo cuatro dientes de ajo, dos tomates y el jugo de un limón para obtener una bebida antibiótica. Si no tiene extractor de jugos, simplemente ponga estos mismos ingredientes en la licuadora y porepare un licuado con las mismas propiedades. Puede agregar un poco de sal para hacerlo más sabroso. En caso de infección, beba un licuado o jugo de estos varias veces al día. Utilice el ajo para combatir las infecciones, pues al contrario de los antibióticos de farmacia, el ajo además de eliminar los microorganismos que causan enfermedad, eleva las defensas del cuerpo y logra la curación rápidamente.
Además:
El único efecto secundario (si se le puede llamar así) es su fuerte olor y sabor, que puede provocar náuseas y vómito. Las personas con estómago sensible deben tomarlo con precaución. Para estos casos especiales existen perlas de aceite ajo fresco macerado, como Allium Nova (NovaDiet).
La principal virtud terapéutica del ajo es la de ser un antiséptico natural, como demostraron primero el químico y biólogo Pasteur y, luego, el premio Nobel de Medicina, Arthur Stoll, quien identificó una sustancia llamada alicina como la responsable de ese poder bactericida. Así está comprobado que ingerirlo en pequeñas cantidades diarias ayuda a combatir infecciones causadas por un buen número de hongos, bacterias y virus. El ajo es, en realidad, una planta de unos 30 cm de altura. Lo que nos comemos son sus pequeños bulbos –los dientes de ajo–, que se presentan agrupados en un número que suele rondar la decena. Pariente cercano de la cebolla –ambos pertenecen a la misma familia: las Liliáceas–, sus propiedades van mucho más lejos que la de ahuyentar imaginarios vampiros en la oscuridad de la noche. Antes de que Louis Pasteur demostrara, en 1858, que el ajo es un antibiótico natural, ya era usado por los monjes del medievo para protegerse de la peste.
Según un estudio del Servicio de Endocrinología del Hospital Central de Cruz Roja (Madrid) presentado en la XXVII edición de la Feria Internacional del Ajo celebrada en Las Pedroñeras (Cuenca), “el jugo fresco de los ajos, es decir, el ajo consumido como nos lo ofrece la naturaleza, es una fuente de salud y prevención contra algunas patologías”. El ajo es fuente de yodo y vitamina C. Además de una ventaja añadida: no conlleva ninguno de los efectos secundarios de los antibióticos químicos, uno de los cuales es la destrucción de la flora intestinal. “Al contrario, actúa favoreciendo la secreción de jugos gástricos y provocando un aumento de la secreción biliar, por lo que resulta un excelente digestivo”, asegura el informe. Parte de los beneficios del ajo se deben a la acción de un compuesto azufrado (sulfuro de alilo) que, al entrar en contacto con el aire, se transforma en otra sustancia (alicina), responsable de su penetrante olor. Esto ocurre cuando cortamos o machacamos el ajo. El efecto terapéutico de la alicina sólo dura unos minutos, por lo que es importante ingerir el ajo crudo rápidamente para disfrutar de sus propiedades saludables. Al cocinarlo, la alicina se destruye.
Mucha gente piensa que ante una enfermedad infecciosa los antibióticos son la única solución. También están quienes recurren a los antibióticos ante el menor síntoma de resfriado o malestar, confiando en que estos resolverán su problema. Desafortunadamente esta creencia, lleva a muchas personas al médico o lo que es peor, a adquirir en la farmacia antibióticos que creen les resolverán el problema, sin pensar que estos pueden hacerles más daño que beneficio. Antes de tomar antibióticos, tome en cuenta que existen alternativas naturales que funcionan como antibióticos y en este caso está el ajo. El ajo es un antibiótico natural muy potente, que no mata la bacteria benéfica del organismo como los antibióticos sintéticos de farmacia. A diferencia de los antibióticos comerciales, el ajo acaba con las infecciones sin importar su origen, ya sean bacterianas, virales o de hongos. En caso de infección, tome dos o tres dientes de ajo al día para acelerar la curación natural. El ajo es incluso curativo en caso de pacientes con SIDA, como en el caso de quienes después de tres meses de tomar el equivalente a 2-4 dientes de ajo diariamente, lograron la actividad normal de sus células T, cuya buena función es indicador clave en la infección por el VIH. El ajo posee potentes efectos saludables en diferentes infecciones y en el caso de estos pacientes con sida, también mostraron mejoría en otros problemas como la diarrea crónica, el crecimiento de cándida, el herpes genital y la sinusitis infecciosa.
El ajo ha demostrado también ser útil en enfermedades como la diabetes, presión arterial alta, alergias, infecciones de todo tipo, dolor de muelas, cáncer, impotencia, resfriados, enfermedad cardíaca, trastornos de los lípidos (colesterol y triglicéridos) y un tratamiento con ajo cuesta muy poco dinero. La razón de que el ajo sea tan benéfico en tantas enfermedades tan variadas, parece demostrar la relación que existe entre las diferentes enfermedades, es decir, a diferencia de los medicamentos que son específicos para cada una de estas enfermedades, el ajo ayuda a devolver la salud cuando se le consume diariamente.
Como decíamos antes, para que el ajo sea efectivo como agente curativo y antibiótico general, necesita consumirse crudo. Debe también ser prensado y expuesto al aire durante diez minutos antes de tomarse para activar su compuesto clave antibiótico. No se preocupe por el sabor y el olor del ajo: prepare un jugo exprimiendo cuatro dientes de ajo, dos tomates y el jugo de un limón para obtener una bebida antibiótica. Si no tiene extractor de jugos, simplemente ponga estos mismos ingredientes en la licuadora y porepare un licuado con las mismas propiedades. Puede agregar un poco de sal para hacerlo más sabroso. En caso de infección, beba un licuado o jugo de estos varias veces al día. Utilice el ajo para combatir las infecciones, pues al contrario de los antibióticos de farmacia, el ajo además de eliminar los microorganismos que causan enfermedad, eleva las defensas del cuerpo y logra la curación rápidamente.
Además:
- Previene enfermedades cardiovasculares y ciertos tipos de cáncer (esófago, estómago y mama).
- Es eficaz aliviando la claudicación intermitente, un dolor en las piernas que a algunas personas hace que le fallen, sólo a veces, al caminar.
- Se recomienda especialmente a los diabéticos pues incrementa el nivel de insulina en el cuerpo, reduciendo así los de azúcar en sangre.
- Resulta ideal contra el estrés y la depresión, ya que aumenta la serotonina, neurotransmisor de la felicidad, en el cerebro.
- Te ayuda a tener una piel reluciente. Aplicado sobre los granitos, mejora su cicatrización además de librarte de espinillas y puntos negros.
El único efecto secundario (si se le puede llamar así) es su fuerte olor y sabor, que puede provocar náuseas y vómito. Las personas con estómago sensible deben tomarlo con precaución. Para estos casos especiales existen perlas de aceite ajo fresco macerado, como Allium Nova (NovaDiet).
Allium Nova
(120 cápsulas recubiertas)
Ingredientes (por cápsula):
- Aceite de ajo macerado (500 mg).
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