H2O

Podríamos pensar que el agua es mágica. No tiene sabor, ni olor, ni color y sin embargo podemos llegar a morir por deshidratación en un lapso de entre 3 y 5 días. Es totalmente imprescindible para vivir ya que una pérdida de agua de solo el 3% se puede considerar deshidratación. Para evitarla debemos beber agua o bebidas isotónicas y tener especial cuidado en las bebidas muy azucaradas. Los síntomas de la deshidratación, aparte de la sequedad de las mucosas que provoca la sed, pueden ser: náuseas, falta de fuerza o disminución del rendimiento, fatiga mental y física, y el hecho de que, al pellizcar la piel sin clavar la uña, se queda la marca.


Su magia reside en su composición química (H2O). El agua es un compuesto químico inorgánico formado por dos átomos de hidrógeno (H) y uno de oxígeno (O). Esta molécula es esencial en la vida de los seres vivos, al servir de medio para el metabolismo de las biomoléculas y se encuentra en la naturaleza en sus tres estados (líquido, sólido y gaseoso). El agua fue clave para la formación de nuestro planeta Tierra.

Nos aconsejan beber entre 2 y 3 litros de agua diarios, pero es más inteligente beber cuando nos apetece o tenemos sed, aunque en los meses y en los lugares donde se padece un excesivo calor es recomendable obligarse a beber un poquito más de lo habitual. Además del agua, podemos hidratarnos con otras bebi­das como infusiones, refrescos, zumos, caldos, o leche y también a través del conteni­do hídrico de los alimentos. Sobre todo alimen­tos con una alta composición en agua, como es el caso de frutas, hortalizas y verduras. A través de pequeñas cantida­des de agua que se producen en los procesos metabólicos de proteínas, lípidos e hidratos de carbono se suelen aportar unos 300 mililitros diarios.

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