La baya de açaí
La baya de açaí ha sido apreciada por la
población nativa de la Amazonia, durante siglos. El pigmento característico de esta
baya hace que contenga sustancias antioxidantes. Su contenido es diverso,
proporcionando una amplia gama de fitonutrientes. Crece en los árboles de
palma, alrededor de las regiones del río Amazonas. Los árboles pueden llegar a
medir entre 40 y 80 pies
de altura. Las bayas, de color púrpura oscuro, tienen un aspecto similar a los
arándanos.
Algunos de los
compuestos encontrados son sustancias polifenólicas, antocianinas como el
resveratrol, cianidina-3-galactosidasa, ácido ferúlico, petunidina... También
contiene taninos como epicatequina, ácido protocatéquico y ácido elágico. Las bayas
de açaí tienen, por lo tanto, una riqueza antioxidante con alta puntuación
ORAC, superior a algunas frutas. Además de las sustancias antioxidantes también
contiene vitaminas B y minerales.
Las antocianinas
están en ciertas frutas y verduras cuyo pigmento es azul o violáceo oscuro.
Este color proporciona una protección antioxidante contra los efectos de los
rayos UV que pueden, a largo plazo, actuar en estas frutas y verduras. Los
científicos han encontrado más de 600 formas naturales de antocianinas. La
forma más común es C3G (cianidina-3- galactosidása). Se considera que el efecto
antioxidante es sobre la reducción de estrés oxidativo provocada por algunos
microorganismos patógenos o por toxinas ambientales. Esto significa que ayuda
al sistema inmunológico a funcionar más adecuadamente y aumenta su fortaleza
frente a los microbios oportunistas. Además, la baya de açaí contiene una
fracción de polisacárido llamado arabinogalactano. Este polisacárido es un
hidrato de carbono específico que ha demostrado que puede estimular la actividad
de las células T. Esta actividad sobre las células T mejora la respuesta del cuerpo
frente a las infecciones.
Extraído de www.naturalnews.com,
Natural News, Noviembre 2013
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