El potencial de la agricultura bio
Es necesario dar a conocer los alimentos bio porque, aunque en nuestro país hay
una excelente producción, se consumen muy poco. La agricultura ecológica en
España es un sector clave de la economía rural y el consumo saludable, pero que
vive demasiado de las exportaciones a centroeuropa.
La mayoría de la gente en nuestro país conoce y valora los
alimentos bio, pero sólo la cuarta parte los consume alguna vez. En España solemos
gastar lo que sea en casas, coches, ropa, ocio, pero cuando compramos comida,
que es mucho más importante, vamos siempre mirando la peseta. Según un estudio,
que se basa en entrevistas a 2.000 personas de toda España, el 72,5% de los consumidores
había oído hablar de los alimentos ecológicos, pero, de éstos, poco más de un
tercio (el 37,9%) los consume ocasional o habitualmente, lo que representa un
27,5% de todos los encuestados, apenas la cuarta parte del total. Las razones
para comprar estos alimentos son: los consideran más saludables (62,7%), de
mejor sabor (37,2%), de mayor calidad (26,2%) y respetan más la naturaleza
(6,9%). La franja de edad de entre 46 y 55 años es la que más conoce y consume
este tipo de productos. Sin embargo, los alimentos bio gozan de una inmejorable
reputación en España, similar a la que tienen en Alemania, Francia o Italia.
Son, junto a los alimentos con denominación de origen, los más valorados por
los consumidores españoles. Pese a esto, la mayoría de esos consumidores no los
compra. ¿Alguien lo entiende?
Del 62,1 % de las personas que no consume eco-alimentos, el 33,3%
daba como razón el desconocimiento; el 31,3%, que no se encuentran con facilidad;
el 28,1 %, el precio superior; el 9,6%, que no le encuentra ventajas frente a
los convencionales, y el 7,6%, que no se fía de que sean ecológicos. Este
desinterés del consumidor podría dar como resultado una agricultura ecológica
insignificante en nuestro país, pero nada más lejos de la realidad. De los más
de 100 países que producen alimentos ecológicos en cantidades comerciales, España
es la novena potencia, por detrás de Australia, China, Argentina, Italia, EE UU,
Brasil, Uruguay y Alemania, (estadísticas del año 2005). Según un estudio
realizado por Everis, el mercado español de productos ecológicos crecerá en torno al 12% anual
hasta 2020 y pasará de los 905 millones de euros de facturación que se
registraron en 2008 hasta los 12.182 millones de euros en 2020. El
informe analiza el potencial del país en cuanto a la producción y distribución
de estos productos a partir del análisis de la situación del mercado ecológico
y el comportamiento actual y futuro de los consumidores españoles. Y para ello
hace una comparativa con otros países de Europa como Dinamarca, Alemania,
Francia o Inglaterra, donde el mercado ecológico es más maduro, y otros como
Italia, en los que los hábitos de consumo y la cultura son similares a España. El
informe destaca el potencial del mercado ecológico en España donde en los
últimos diez años ha crecido a un ritmo del 25%, superando la media de
crecimiento del conjunto de la Unión Europea, que se sitúa en un 12%; y por encima también del de países
con un fuerte arraigo de la cultura ecológica como Dinamarca o Alemania.
Naturalmente, una gran producción con un moderado consumo
interno sólo se mantiene exportando masivamente lo producido. Según un estudio
de la Federación
de Industrias de Alimentación y Bebidas, en torno al 80% de la producción
certificada española se exportaba en 2005 especialmente a Alemania, Francia,
Reino Unido, Países Bajos, Italia, EE UU y Japón. Francesc García es de quienes ve el vaso medio lleno y cree
que las cosas están cambiando en el sector bio. Desde hace más de 20 años,
dirige Ecomediterránea, uno de los principales productores de frutas ecológicas
de la Comunidad
Valenciana. "Al principio se exportaba casi todo; ahora,
seguimos trabajando la exportación, pero lo que intentamos es potenciar el
mercado nacional y local. En el año 2006, exportamos un 50% y la otra mitad se vendió
en España. En los países europeos hay más conciencia para estas cosas y
prácticamente absorben todo lo que les eches. El mercado nacional va creciendo,
pero despacio.” La producción ecológica en España es muy rica y variada en
oferta. Las cinco primeras comunidades en cuanto a producción comercializada
(datos de 2004) son Andalucía, Cataluña, Comunidad Valenciana, Murcia y Aragón.
En España, todos los productos procedentes de la agricultura
ecológica están controlados y certificados por los Consejos Reguladores de Agricultura
Ecológica (CRAE) de cada comunidad autónoma. Esta garantía se aprecia mediante
un dibujo en el etiquetado del organismo regulador. Pero el Ministerio de
Agricultura está estudiando un distintivo bio común para todos los productos españoles
como signo identificativo. Por otro lado, existe un sello para la unión Europea.
El logotipo europeo es utilizado de forma voluntaria y complementaria al sello
oficial de los CRAE. El logo garantiza que el 95% de los ingredientes, como mínimo,
son ecológicos; que siguen las disposiciones del sistema de control oficial;
que proceden directamente del productor, y que lleva el nombre del productor,
el elaborador o el vendedor, o el nombre y el código del organismo de
inspección.
Durante varios años, y gracias a un decreto del gobierno del
Partido Popular, la industria agroalimentaria estuvo vendiendo productos convencionales
sin ningún tipo de certificación bajo el término "bio". Siguiendo una
recomendación de la
Unión Europea, el nuevo Ministerio escuchó las demandas de un
sector en pie de guerra por la competencia desleal y fraudulenta que, a su
juicio, estaba sufriendo y a finales del año 2005 aprobó un real decreto que
volvía a reservar en exclusiva para la agricultura ecológica los términos
"ecológico", "eco", "biológico", "bio" y
"orgánico".
Las explotaciones agrarias ecológicas evitan plaguicidas
químicos, fertilizantes sintéticos, antibióticos para el ganado y demás
agroquímicos y en su lugar utilizan plaguicidas naturales, antibióticos
orgánicos o piensos sin aditivos. Por eso, sus productos son más sanos. Que
sean más sabrosos y nutritivos tiene que ver con que no se usan sistemas
intensivos. Todo esto, sin embargo, reduce la producción y ésa es la razón de
que los alimentos ecológicos sean más caros que los vegetales de invernadero,
por ejemplo, de los que el agricultor obtiene tres y hasta cuatro cosechas al
año. La producción de una explotación ecológica puede ser perfectamente la
mitad que en una explotación convencional y, sin embargo, el sobreprecio de sus
productos se estima entre el 10 y el 40%.
Y el despegue de este sector tiene una gran importancia, no
sólo para los consumidores o los productores de hoy o del futuro. Nuestra
agricultura ecológica es hoy la más competitiva en los mercados nacionales e internacionales,
utiliza sistemas extensivos coherentes con las estrategias de sostenibilidad,
crea empleo y riqueza en las zonas rurales y fija la población. Más aún, en una
Europa donde la Política
agraria común persigue obsesivamente reducir lo excedentes agrícolas en todo el
continente, la contaminación de agua y suelos por el uso intensivo de agro
químicos y el despoblamiento de las zonas rurales, la agricultura ecológica,
junto a la agricultura de materias bioenergéticas, es una de las pocas
actividades agrarias que se incentiva desde Bruselas.
Adaptación de un texto de Rafael Carras (revista
Integral) y la redacción de Vida Sana
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