Salud y actividad física
Los cambios sociales, laborales y en
estilos de vida experimentados por la sociedad española han ido ocasionando, en
las últimas décadas, un fuerte incremento de la obesidad en la población
infantil, pues han supuesto una modificación en los hábitos alimentarios y han
contribuido al incremento del sedentarismo.
La alimentación
saludable y la actividad física previenen, además de la obesidad, la aparición
de enfermedades asociadas a la misma, contribuyendo, por otra parte, a un buen
rendimiento escolar. La escuela tiene la responsabilidad de conseguir que el
alumnado adquiera la información, la formación y los valores necesarios para
vivir una vida saludable. Los programas educativos sobre nutrición y actividad
física tienen como objetivo contribuir a mejorar las costumbres de la población
escolar. Sin embargo, se hace imprescindible el apoyo de las propias familias en esa tarea de conformar dichos hábitos de vida.
La actividad
física es cualquier movimiento voluntario realizado por músculos esqueléticos,
que produce un gasto de energía adicional al que nuestro organismo necesita
para mantener las funciones vitales. Por tanto, actividad física es andar,
transportar un objeto, jugar al fútbol, bailar, limpiar la casa, etc.
Si este
ejercicio físico se realiza dentro de unas reglas que conjugan actividades
físicas con otras características de la persona, se llama deporte.
La actividad
física es beneficiosa para la salud. Aunque las recomendaciones deben adaptarse
a cada edad y persona, podemos considerar que en una persona adulta, la
actividad física beneficiosa es aquella de intensidad moderada que se realiza
diariamente, o casi todos los días, con una duración mínima de 30 minutos.
La duración
aconsejada depende de la intensidad. Si no puedes realizar actividad física de
intensidad moderada, puedes realizar 60 minutos de intensidad suave. Los 30/60
minutos aconsejados pueden distribuirse en periodos de 10 a 15 minutos a lo
largo del día. A mayor duración diaria, mayores serán los beneficios.
Para facilitar
su realización, el mínimo diario puede integrarse en actividades cotidianas
tales como caminar rápido a nuestro trabajo, subir escaleras, etc. Este mínimo
de actividad física diaria es esencial. Los ejercicios y actividades de menor
frecuencia, 2-3 veces por semana, pueden mejorar la forma física pero tienen
efectos menos importantes para la salud.
Beneficios
fisiológicos: La actividad física reduce el riesgo de padecer enfermedades
cardiovasculares, tensión arterial alta, cáncer de colon y diabetes. Ayuda a
controlar el sobrepeso, la obesidad y el porcentaje de grasa corporal.
Fortalece los huesos, aumentando la densidad ósea. Fortalece los músculos y mejora
la capacidad para hacer esfuerzos sin fatiga (forma física).
Beneficios psicológicos: La actividad física mejora el estado de ánimo y disminuye el riesgo de
padecer estrés, ansiedad y depresión; aumenta la autoestima y proporciona
bienestar psicológico.
Beneficios sociales: Fomenta la sociabilidad. Aumenta la
autonomía y la integración social, estos beneficios son especialmente importantes en el caso de discapacitación
física o psíquica.
Beneficios adicionales en la infancia y
adolescencia: Los
beneficios comprobados en estas etapas son: la contribución al desarrollo integral
de la persona. El control del sobrepeso y la obesidad. En esta etapa, el
control de la obesidad es muy importante para prevenir la obesidad adulta.
Mayor mineralización de los huesos y disminución del riesgo de padecer
osteoporosis en la vida adulta. Mejor maduración del sistema nervioso motor y
aumento de las destrezas motrices. Mejor rendimiento escolar y sociabilidad.
(Ministerio
de Sanidad y Consumo, Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición, Ministerio
de Educación y Ciencia, y Centro de Investigación y Documentación Educativa).
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